25 de febrero de 2025
25 de febrero de 2025
Robert Geistlinger, presidente de la editorial estadounidense Arcane Wonders.
El pasado 21 de febrero, el portal BoardGameWire publicó un artículo titulado Los juegos de mesa están a punto de volverse más caros, escrito por Mike Didymus. En él, Robert Geistlinger, presidente de la editorial estadounidense Arcane Wonders, analiza cómo los nuevos aranceles impuestos por la administración estadounidense están impactando en la producción, la distribución y el precio final de los juegos de mesa, afectando tanto a las editoriales como a los consumidores.
Desde el 4 de febrero de 2025 entró en vigor un arancel del 10% sobre todos los productos importados desde China, lugar donde se fabrican la gran mayoría de los juegos de mesa debido a su infraestructura y costes de producción competitivos. Si bien la cifra puede parecer manejable a primera vista, la realidad de la industria del juego de mesa es que los márgenes de ganancia son muy reducidos, lo que significa que cualquier aumento en los costes de fabricación tiene un impacto considerable en el precio final que pagan los consumidores.
Una industria de márgenes ajustados
Geistlinger explica en su análisis que la estructura de costes de un juego de mesa incluye los gastos de producción, así como los de transporte, distribución y comercialización. Para ilustrarlo, pone el ejemplo de un juego que cuesta 10 dólares en fabricación y añade 1,50 dólares de envío en condiciones previas a los aranceles, lo que da un precio total de 11,50 dólares por unidad.
Con el nuevo arancel del 10%, se suman 1,15 dólares adicionales a este coste, elevándolo a 12,65 dólares por unidad. Este incremento no es absorbido directamente por el consumidor final, sino que se multiplica a lo largo de la cadena de distribución. Geistlinger señala que un aumento de 1,15 dólares en costes de producción puede traducirse en un incremento de entre 7,50 y 10,50 dólares en el precio final de un juego, debido a los márgenes que aplican distribuidores y minoristas.
Además, destaca que muchas editoriales ya venden sus juegos con márgenes de ganancia mínimos para mantener precios competitivos. En muchos casos, las editoriales «subvencionan» parte de estos costes para evitar que el precio del juego sea demasiado alto y disuada a los compradores. Sin embargo, la capacidad de absorber estos aumentos se ha agotado con la implementación de los aranceles, dejando como única opción a las editoriales aumentar el precio de sus productos.
El dilema de los precios y la percepción del consumidor
Uno de los problemas más graves que plantea Geistlinger es la resistencia de los consumidores a aceptar incrementos en el precio de los juegos de mesa. Señala que en múltiples ocasiones ha visto personas quejándose de que «el precio de este juego no justifica su contenido», cuando, en realidad, el coste de un juego no se basa únicamente en la experiencia que ofrece, sino también en los materiales, la producción y la distribución.
La comunidad lúdica ha desarrollado expectativas de componentes de alta calidad incluso en juegos sencillos, lo que ha incrementado los costes de producción a lo largo de los años. Si bien hasta ahora las editoriales han intentado mantener precios accesibles, Geistlinger advierte de que la combinación de aumento en costes de fabricación, transporte y nuevos aranceles hacen que los ajustes de precio sean inevitables.
Un problema de largo plazo
El presidente de Arcane Wonders recalca que este problema no es algo pasajero. En los últimos cinco años, los costes de producción y transporte han aumentado significativamente, y la situación actual hace difícil que los precios vuelvan a bajar.
Los editores de juegos de mesa tienen pocas opciones para hacer frente a esta crisis. Algunas empresas han explorado crowdfundings y ventas directas a los consumidores, pero estos métodos no siempre son viables para todos los juegos. Distribuir juegos a través de canales tradicionales sigue siendo la forma más eficiente de alcanzar al público; pero con márgenes tan ajustados, algunas editoriales podrían enfrentarse a la imposibilidad de continuar produciendo ciertos títulos o verse obligadas a reducir la cantidad de unidades disponibles en el mercado.
Geistlinger concluye que la industria de los juegos de mesa está en una encrucijada. A medida que los costes continúan aumentando, la comunidad lúdica debe prepararse para pagar más por sus juegos favoritos. La pregunta es: ¿estarán dispuestos los consumidores a asumir estos nuevos precios o se verá afectada la demanda de juegos de mesa?