30 de abril de 2025
30 de abril de 2025
La situación de la industria de los juegos de mesa en Estados Unidos en las últimas semanas ha pasado de ser preocupante a crítica. Los aranceles del 145% impuestos por la administración Trump sobre productos fabricados en China están provocando un efecto dominó en todo el sector. Aunque inicialmente afectaban sobre todo a editoriales pequeñas y medianas, la ola de consecuencias alcanza ya a las grandes compañías, plataformas de financiación colectiva, distribuidores, tiendas especializadas y consumidores.
Por ejemplo, la editorial CMON, conocida por éxitos como Zombicide o Blood Rage, anunció el 24 de abril una congelación total de su desarrollo creativo y nuevas campañas de mecenazgo. En su comunicado oficial, la empresa explicó que ha tenido que tomar decisiones «extremadamente difíciles» que afectan a todos sus equipos creativos, con despidos generalizados. CMON ha optado por centrarse en entregar los proyectos ya financiados, dejando en pausa cualquier futuro lanzamiento hasta que se estabilicen las condiciones comerciales.
Otras editoriales como Stonemaier Games, conocida por títulos como Wingspan y Scythe, estiman que deberán pagar cerca de 1,5 millones de dólares en aranceles por productos ya fabricados y listos para importar. Jamey Stegmaier, cofundador de la editorial, ha declarado que estos costes son insostenibles y que la situación actual trata a las pequeñas empresas como «peones en un juego político».
Por su parte, Cephalofair Games, editora de Gloomhaven, se enfrenta a una factura de 4,14 millones de dólares en aranceles por 60.000 unidades de su segunda edición, lo que ha puesto en peligro su distribución en más de 600 tiendas independientes en EE.UU. Price Johnson, director de operaciones, advierte que esta situación podría provocar cierres masivos de comercios y una contracción significativa del mercado.
Amplio impacto
El impacto de los aranceles no se queda en las editoriales. La tienda online Boardlandia, un referente entre quienes compraban directamente desde EE.UU., ha cerrado tras años de luchar contra los márgenes reducidos, problemas logísticos y el golpe definitivo que ha supuesto el nuevo régimen arancelario. Sus fundadores reconocen que, pese a haber invertido todos sus ahorros y energías, la carga adicional de los aranceles hizo insostenible el negocio.
El sistema de distribución también está al borde del colapso. Editoriales como Level 99 Games, AEG o Treecer Games han tomado decisiones drásticas: entregar los juegos exclusivamente fuera de Estados Unidos. Títulos como Spooktacular, Dead Reckoning: Port of Call, Thunderstone Quest: Twilight Souls, Zoo Tycoon: The Board Game – New Shores o Misfit Heroes están siendo enviados a otros países mientras las copias destinadas a EE.UU. quedan retenidas en almacenes o se pospone su envío de forma indefinida.
La incertidumbre se extiende también al modelo de preventa. Van Ryder Games ha lanzado una «preventa anticipada» de Final Girl: Bad Times at Buddyland exclusivamente para residentes en EE.UU., con el objetivo de enviar directamente desde China antes de que expire la exención aduanera conocida como de minimis. Esta cláusula permite importar productos sin aranceles si su valor no supera los 800 dólares, pero a partir del 2 de mayo de 2025, todos los paquetes desde China y Hong Kong estarán sujetos a un arancel del 30%, con un mínimo de 50 dólares.
La reacción del sector incluye medidas desesperadas. Hachette Boardgames USA ha empezado a ofrecer descuentos masivos a tiendas para liberar stock antes de tener que afrontar el nuevo sistema. Restoration Games prepara subidas de precios y mayor exclusividad en su tienda online para mejorar sus márgenes. GMT Games, especializada en wargames, ha revelado que necesita más del doble de presupuesto para importar su catálogo impreso, lo que podría dejarla sin liquidez y sin capacidad para pagar nóminas.
Desde el lado de la producción, LongPack ha intensificado su actividad en Vietnam como alternativa parcial a China, mientras que compañías como HABA USA hicieron acopio anticipado de inventario en previsión de los aranceles, lo que les permite evitar por ahora subidas de precios. Otras como ArtsCow, dedicada a la impresión bajo demanda de componentes personalizados, han anunciado su cierre definitivo este 30 de abril.
La posibilidad de trasladar la producción a otros países se ve limitada por la falta de infraestructura y los altos costes. Según un informe de Cardboard Edison, incluso si se optara por fabricar en EE.UU., los precios serían significativamente más altos y la capacidad de producción insuficiente para satisfacer la demanda. Ante esta coyuntura, varias editoriales independientes, entre ellas Stonemaier Games, Spielcraft Games y Rookie Mage Games, han presentado una demanda contra la administración Trump, argumentando que los aranceles son inconstitucionales y que solamente el Congreso tiene la autoridad para imponer tales medidas.
Daños colaterales
A todo esto se suma el efecto colateral sobre el consumidor, que ya nota un aumento medio del 40 al 60% en el precio de los juegos, y que en muchos casos no podrá acceder a títulos nuevos hasta que las editoriales encuentren alternativas viables. Editoriales como Steve Jackson Games advierten que productos que antes costaban 25 dólares podrían alcanzar los 40, lo que podría reducir las ventas y afectar la viabilidad de muchas empresas. Otras como GMT Games han lanzado cupones de descuento o ventas flash con la esperanza de obtener liquidez inmediata antes de afrontar las nuevas tasas.
Mientras tanto, diversas listas colaborativas en plataformas como BoardGameGeek rastrean en tiempo real qué juegos, editoriales y campañas están viéndose afectados por esta situación, creando una base de datos abierta de juegos afectados por aranceles. En paralelo, medios como NPR, Polygon o Crowdfunding Nerds han abierto espacios de debate e información sobre el impacto generalizado en toda la cadena de valor, desde diseñadores hasta imprentas y transporte internacional.
En conjunto, el panorama actual retrata a una industria asfixiada por costes inesperados, inmersa en una reestructuración forzosa y con su principal mercado de distribución bloqueado. La amenaza no es solo económica, sino creativa: se están cancelando campañas, congelando ideas y despidiendo equipos enteros. El daño ya está hecho, y la recuperación dependerá no solo de la evolución política de los próximos meses, sino también de la capacidad del sector para reorganizarse y diversificar su producción fuera de Asia.