11 de julio de 2025
11 de julio de 2025
FICHA
Autoría: Grégory Grard y Mathieu Roussel
Ilustraciones: Xavier Gueniffey (Naïade)
Editorial: Zacatrus
Participantes: 2 o 4 en dos equipos
Edad: +12
Tiempo: 25-35'
Precio: 33€
Complejidad: 2,43 / 5
Introducción
En un futuro lejano, la convivencia entre humanos, robots y animods (una peculiar raza de animales antropomórficos) se tambalea mientras luchan por el control del Zenithium, una fuente de energía limpia y renovable que mantiene en pie a toda la civilización. En ese contexto de tensión política y energética, Zenith nos propone una carrera por la influencia en los cinco planetas principales del sistema solar: Mercurio, Venus, Tierra, Marte y Júpiter. El objetivo final no es otro que controlar el Senado Galáctico mediante uno de los tres posibles caminos a la victoria.
Diseñado por Grégory Grard y Mathieu Roussel, ilustrado con el característico trazo de Naïade y publicado en español por Zacatrus, el juego combina mecánicas de control de áreas, gestión de mano y desarrollo de tecnologías con un ritmo rápido e interactivo. Todo se estructura en torno a una mecánica de «tira y afloja», muy visual y táctil, que convierte cada turno en una pequeña batalla por mover los planetas hacia nuestro lado del tablero antes de que lo haga la persona oponente. Desde su lanzamiento en 2025, ha llamado la atención en todo el mundo no sólo por su propuesta visualmente atractiva y colorida, sino también por la calidad de sus decisiones estratégicas. No es de extrañar que haya sido recomendado este año en los prestigiosos Kennerspiel des Jahres.
Aunque admite partidas a cuatro en modo equipo (dos contra dos), Zenith está claramente optimizado para el duelo directo. Es en ese enfrentamiento mano a mano donde el juego saca todo su potencial y ofrece una experiencia más fluida, ajustada y emocionante. Un diseño que, sin ser abrumador, presenta la suficiente profundidad para que cada decisión cuente.
Cómo se juega
En Zenith, cada participante representa una de las tres facciones (humanos, robots o animods) e intenta conseguir influencia sobre los planetas para alcanzar la victoria. Para ello, disponemos de un mazo común de cartas que iremos robando, jugando y descartando a lo largo de la partida. El tablero central muestra cinco planetas, cada uno con su ficha de influencia colocada en el centro de un pequeño track, y tableros laterales donde desarrollamos tecnologías y controlamos el liderazgo.
Cada contendiente comienza con 12 créditos, 1 Zenithium (la energía del juego) y una mano inicial de 4 cartas. En su turno, debe jugar una carta para realizar una de estas tres acciones posibles: reclutar un agente, desarrollar una tecnología o convertirse en líder. Aunque parezca poco, cada acción abre muchas posibilidades estratégicas.
Cuando reclutamos un agente, colocamos la carta en la columna del planeta correspondiente. Pagamos su coste en créditos (que puede reducirse si ya hemos jugado cartas en ese mismo planeta) y luego aplicamos sus efectos. Estos efectos pueden hacer avanzar la ficha de planeta hacia nuestra zona –si llega al extremo, ganamos su ficha–, darnos recursos, mover otras cartas o afectar directamente al rival. Si logramos hacer que la ficha de planeta salga de su track hacia nuestro lado, ganamos esa ficha y, si somos los primeros en hacerlo con ese color, recibimos un bonus adicional.
La segunda acción disponible es desarrollar una tecnología. Para ello descartamos una carta de una facción concreta (humanos, robots o animods), pagamos con Zenithium y subimos nuestro marcador en una de las tres pistas tecnológicas. Cuanto más arriba lleguemos, mayores beneficios obtendremos: más recursos, más cartas, mayor capacidad para mover planetas... Además, si conseguimos subir todos nuestros marcadores al mismo nivel, obtendremos bonificaciones adicionales que pueden suponer un cambio en el control de los planetas.
La tercera opción es convertirnos en líderes. Esto también se hace descartando una carta de una facción concreta, y nos permite obtener la ficha de liderazgo si no la teníamos, o girarla a su lado mejorado si ya la poseíamos. El liderazgo ajusta nuestro límite de mano (normalmente cuatro cartas, pero puede subir a cinco o seis), y otorga beneficios inmediatos: más Zenithium, más créditos o más cartas, según la facción utilizada.
Al final del turno, reponemos cartas en nuestra mano hasta alcanzar el límite (cuatro, cinco o seis, según el liderazgo), y si hemos ganado alguna ficha de planeta, reponemos esa posición en el tablero central. A partir de ahí, le toca el turno al rival. Este ciclo se repite hasta que se cumple una de las tres condiciones de victoria: ganar tres fichas del mismo color (victoria absoluta), cuatro fichas de colores diferentes (victoria democrática) o cinco fichas en total sin importar su color (victoria popular).
Aunque cada persona hace únicamente una acción por turno, las decisiones nunca son triviales. Debemos estar atentos a lo que hace el rival, calcular cuándo conviene apretar en un planeta o cederlo temporalmente, y aprovechar los efectos en cadena que generan muchas cartas y tecnologías. La clave está en medir bien cada movimiento, optimizar los recursos y saber cuándo forzar el final de la partida.
Zenith propone una experiencia intensa y muy táctica en apenas media hora de juego. Gracias a su iconografía (que aunque al principio pueda parecer abrumadora, está bien explicada en una hoja de ayuda individual para cada contrincante), el ritmo es constante, sin tiempos muertos ni fases difíciles. Un diseño que, sin complicarse en exceso, ofrece un equilibrio muy logrado entre profundidad estratégica y accesibilidad.
Valoración y conclusión
Zenith ha conseguido posicionarse como una propuesta muy atractiva dentro del universo de los juegos para dos gracias a su atractivo diseño visual, su ritmo ágil y una mecánica de «tira y afloja» tan sencilla en su superficie como estratégica en su ejecución. Desde el primer vistazo, su producción ya deja huella: componentes de calidad, una iconografía clara una vez entendida, y una paleta de colores que refuerza el tono desenfadado del juego, alejándose de la estética oscura habitual en muchos juegos del espacio y de ciencia ficción. Pero bajo esa fachada accesible se esconde un juego de decisiones constantes y consecuencias inmediatas.
Uno de los grandes logros de Zenith es que consigue dotar de profundidad estratégica a una mecánica aparentemente simple: jugamos una carta y elegimos una de tres acciones. Pero lo interesante es cómo cada una de esas decisiones encadena efectos que afectan al estado del tablero, al progreso en nuestras pistas tecnológicas o al control del liderazgo. Este sistema, combinado con un sistema de descuentos en el coste de cartas, aporta un ritmo dinámico y muchas oportunidades para planificar turnos de forma eficiente. Además, el avance tecnológico aporta sensación de progresión real, permitiendo combos y recompensas que pueden dar la vuelta a la partida en un solo turno si se juegan con acierto.
En cuanto a la interacción, Zenith destaca como un juego altamente reactivo. No sólo debemos preocuparnos de qué carta jugar, sino de lo que el oponente acaba de hacer o podría hacer en su siguiente turno. Hay un componente táctico evidente: mover un planeta hacia nuestra zona puede acercarnos a la victoria, pero también desatar una reacción inmediata del rival. Este «tira y afloja» constante mantiene la tensión alta desde la primera ronda y puede generar grandes momentos de remontadas épicas como decíamos.
No obstante, no todo es perfecto. Aunque la iconografía está bien resuelta, hay una abundancia de símbolos que puede abrumar en las primeras partidas. Los efectos de las cartas no siempre están claros mirando únicamente la ayuda visual, y es probable que se consulte el reglamento varias veces hasta interiorizar todas las combinaciones posibles. Además, hay un elemento de azar que puede frenar nuestras intenciones si no logramos robar la carta de la facción adecuada para ejecutar una acción específica, algo que en partidas ajustadas puede resultar frustrante. Esta dependencia del robo se mitiga algo gracias al sistema de liderazgo, que aumenta el tamaño de la mano, pero sigue presente y puede ser un punto de crítica para quienes prefieren experiencias más controladas.
En cuanto al modo para cuatro, a nuestro juicio es un añadido menor. La modalidad por equipos introduce limitaciones que diluyen parte del control estratégico y obligan a pasar cartas entre compañeros, lo cual puede ser interesante en teoría, pero ralentiza el flujo del juego y genera momentos de espera poco atractivos. Donde realmente pensamos que brilla Zenith es en su modo a dos, donde todas las mecánicas funcionan con precisión, dando lugar a duelos intensos, cortos y muy reñidos.
En resumen, Zenith es un juego que logra combinar elegancia y tensión en un marco de partida no muy larga y rejugable. Aporta lo suficiente para captar a quienes buscan algo más que un filler, pero sin llegar a sobrecargar con reglas complejas. A pesar de lo comentado con respecto a la iconografía y el azar, lo compensa con creces su dinamismo, su interacción directa y su capacidad para generar grandes partidas. No es de extrañar que haya sido recomendado en los Kennerspiel des Jahres de 2025. Y es muy probable que se convierta en un nuevo referente para quienes buscan juegos de enfrentamiento directo para dos, pues tiene la suficiente profundidad como para querer volver a jugarlo una y otra vez.