28 de julio de 2025
28 de julio de 2025
FICHA
Autoría: Cristian Bustos y Bernardo Vásquez
Ilustraciones: Weberson Santiago
Editorial: Maldito Games
Participantes: 1–4
Edad: +8
Tiempo: 25-40'
Precio: 27€
Complejidad: 2,18 / 5
Introducción
El Bosque de los Susurros es un juego abstracto con alma de rompecabezas zen que nos propone crear senderos en un bosque encantado habitado por animales espirituales. Diseñado por dos autores chilenos, Cristian Bustos y Bernardo Vásquez, este título fue editado originalmente por Fractal Juegos y acaba de llegar ahora al mercado español gracias a Maldito Games. Se presenta como un juego accesible, pero que esconde una profundidad táctica sorprendente.
Aunque a primera vista puede recordar a Cascadia por su aspecto y mecánica de colocación de losetas, El Bosque de los Susurros no busca copiar, sino reinterpretar: aquí no se trata solamente de optimizar patrones, sino de visualizar rutas futuras, prever puntos de aterrizaje y encadenar misiones para lograr puntuaciones espectaculares. Todo ello con una estética sobria y una producción cuidada, aunque sin florituras.
Cómo se juega
En El Bosque de los Susurros, cada participante va a crear su propio bosque personal utilizando losetas que representan distintos tipos de senderos. Nuestro objetivo es ayudar a nuestros animales espirituales a recorrer esos caminos para completar misiones. Las misiones nos dan puntos de victoria y quien más tenga al final de la partida se hará con la victoria.
El turno de juego es muy sencillo y siempre se repite igual. Empezamos con una loseta inicial ya colocada, sobre la que ponemos una de nuestras figuras de animal. En el centro de la mesa hay una reserva de losetas, y en cada turno tenemos que tomar una decisión: o bien cogemos dos losetas de bosque (que muestran senderos) o bien tomamos una sola loseta por el otro lado, que será una misión.
Cuando cogemos dos losetas de bosque, las colocamos en nuestra zona de juego de forma adyacente a las que ya tenemos. Podemos orientarlas como queramos y colocarlas en cualquier parte, siempre que no dejemos el bosque dividido en dos partes separadas. El objetivo es ir formando caminos que más adelante nos sirvan para cumplir misiones.
Si en vez de dos losetas de bosque preferimos tomar una misión, la colocamos también en nuestro tablero, y justo encima colocamos uno de nuestros animales. Esa figura indica desde dónde empieza el recorrido que tendrá que hacer ese animal para completar la misión. Cada misión nos pide recorrer una secuencia de colores concreta –por ejemplo, pasar por dos senderos azules y dos rojos en cualquier orden–. Cuando logremos formar ese recorrido en nuestro bosque, podemos mover el animal por esas losetas y completar la misión.
Al completar una misión, la retiramos del tablero y la guardamos como puntos. Además, le damos la vuelta y volvemos a colocarla en el lugar donde terminó el recorrido: esa loseta se convierte ahora en una nueva misión, lo que permite encadenar turnos si hemos sido previsores. Aquí entra la parte más interesante del juego: si conseguimos completar varias misiones seguidas durante un mismo turno, ganamos bonificaciones especiales. Cuantas más misiones hagamos en cadena, más puntos extra recibimos.
Hay un pequeño truco estratégico más: en cualquier momento, si no nos gustan las losetas disponibles, podemos descartar una de nuestras misiones ya completadas para renovar por completo el mercado y sacar seis nuevas losetas. Eso sí, esa misión nos dará un punto menos al final, así que hay que usar esta opción con cuidado.
La partida termina cuando se han completado un número fijo de misiones, que depende de cuántos personas jueguen. Entonces, cada una suma los puntos de sus misiones y de sus bonificaciones por combos, y quien tenga la mayor puntuación gana la partida.
Además, el juego incluye un modo solitario muy cuidado, en el que tenemos que cumplir misiones con los cuatro animales disponibles y llegar a una puntuación mínima en sólo 12 turnos. Este modo plantea un reto muy interesante que exige pensar cada movimiento al milímetro.
Valoración y conclusión
Una de las grandes virtudes de El Bosque de los Susurros es su capacidad para ofrecer una experiencia de juego profunda y estratégica con unas reglas muy sencillas. Aprender a jugar es extremadamente fácil: en apenas unos minutos estamos colocando losetas y cumpliendo nuestras primeras misiones. Esa accesibilidad lo convierte en un título ideal para todo tipo de públicos, desde noveles hasta quienes buscan una propuesta más sesuda en partidas rápidas. Pero detrás de esa fachada amable se esconde un reto que exige atención y planificación a medio plazo, lo que hace que cada decisión importe más de lo que parece.
El juego brilla especialmente cuando conseguimos visualizar cómo encadenar varias misiones en un solo turno. Esa posibilidad de crear combos se convierte en el motor de la satisfacción: planificar un recorrido que cumpla varias condiciones consecutivas y obtener puntos extra por ello es una mecánica que aporta una profundidad muy estimulante. Las bonificaciones por combos añaden un componente táctico fundamental, ya que en ocasiones será mejor esperar a completar una misión para tratar de unirla con otra y maximizar la puntuación. Esta dimensión táctica está muy bien integrada y recompensa a quien mejor sepa leer el tablero y anticipar futuras jugadas.
La duración de las partidas es otro punto fuerte. En menos de media hora podemos disfrutar de una experiencia completa, lo que lo hace perfecto para sesiones entre juegos más largos o para encadenar varias partidas seguidas. Su sistema de final de partida por número de misiones completadas, además, le imprime un ritmo ágil y con cierto componente de carrera. Cada cual se concentra en su propio tablero, sin interrupciones innecesarias, lo que favorece el flujo constante y sin tiempos muertos.
Sin embargo, no todo es igual de brillante. Desde el punto de vista estético, el juego es funcional pero sobrio. Aunque los componentes son de buena calidad (especialmente las losetas, de bastante grosor), algunas personas pueden encontrar que el apartado visual resulta algo plano o falto de personalidad. Se echa en falta un diseño más evocador que acompañe la ambientación mística del bosque y sus criaturas espirituales. Además, la interacción es prácticamente nula más allá del mercado común de losetas, lo que puede restar emoción en partidas con más personas si se busca una experiencia más dinámica o competitiva.
Tampoco es un juego especialmente temático. La conexión entre mecánicas y ambientación es tenue, y todo se basa en patrones y colores. Quienes busquen una narrativa fuerte o una ambientación envolvente quizá no encuentren aquí lo que desean. Pero si lo que se busca es un buen puzle con decisiones relevantes y mecánicas bien engranadas, este título responde con creces.
Mención aparte merece el modo solitario, que destaca especialmente por su estructura clara, su progresión por niveles y la sensación de reto personal. Completar las misiones con los cuatro animales en tan sólo doce turnos es todo un desafío que requiere eficiencia máxima, y su rejugabilidad queda asegurada gracias a los distintos niveles de dificultad y a la variabilidad en el orden de aparición de las losetas.
En definitiva, El Bosque de los Susurros es un juego compacto, inteligente y muy bien diseñado, que demuestra que no hacen falta grandes artificios para ofrecer partidas intensas. Fácil de aprender, difícil de dominar, con una propuesta que combina calma y estrategia, es un título que se gana su espacio en cualquier ludoteca donde se valoren los juegos abstractos de corte lógico, tanto en solitario como en grupo.